Por Dario Coral Mora
Economista y magíster en Políticas Públicas. Miembro de la organización nacional Dignidad Agropecuaria Colombiana. Docente Catedrático de la Universidad de los Llanos.
Cuando se piensa en el departamento del Meta es inevitable pensar en hidrocarburos, pues durante años ha sido el sector que ha jalonado las cifras económicas y los datos de crecimiento de la región. Sin embargo, la expansión y el desarrollo no solo dependen de una actividad, sino de la interacción de otros segmentos claves como los servicios, la industria o el agro. La especialización del trabajo es una máxima de las ciencias económicas como factor de incremento en la productividad, aunque no existe nada como la experticia natural; los sectores económicos progresan con una vinculación a planes y estrategias de lo público, a la estructura de desarrollo y a decisiones de inversión, en el contexto de la política de desarrollo que encabezan los Gobiernos nacional, regional y local.
La economía petrolera ha tenido cambios en los últimos años, el vaivén en el precio internacional y la política sectorial en general son responsables de ello. Al revisar las cifras más recientes el Departamento cambió su importancia relativa: según datos del DANE, en el 2013, durante la época de mayor importancia, el Producto Interno Bruto departamental fue cercano al 6% de PIB nacional; a partir de ahí, durante la última década se redujo hasta el 4%.
En contraste, el sector agropecuario, ha tenido una mayor contribución relativa. Como porcentaje del PIB departamental, la participación del agro pasó de un modesto 4,8% a finales de 2014, hasta un 12,7% a finales del 2022, según datos también del DANE. Esto es triplicar su importancia en la generación de valor para el Departamento en un periodo relativamente corto, incluso en medio de las crisis recurrentes del sector y que forman parte de las enormes dificultades asociadas a las labores agropecuarias como el incremento de los costos de producción, la incertidumbre de vías para la comercialización, la política de crédito y la competencia por el libre comercio.
Prestarle atención al agro, como despensa de alimentos, de materia prima para encadenamientos industriales o como fuente de divisas en el mercado externo, es clave para el desarrollo económico, tanto por los empleos que puede generar, pero también el encadenamiento productivo que se le superpone. Por ello trascendental la revisión de la estructura económica agropecuaria de la región, pues es claro que hay una vocación agrícola departamental que aún tiene un potencial inexplorado y en aquellos renglones con mayor desarrollo hay aún elementos por aprender de las organizaciones agropecuarias y los productores.
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