Investigadores de la Universidad de Aalto advierten que el cambio climático reducirá drásticamente la superficie cultivable en varias regiones del mundo, afectando la seguridad alimentaria de millones de personas y provocando una crisis agrícola global.
Un reciente estudio dirigido por la investigadora Sara Heikonen revela que el aumento de la temperatura y la escasez de agua ponen en riesgo la producción de al menos 30 cultivos esenciales para la alimentación mundial. Las proyecciones señalan que las regiones de baja latitud, como África subsahariana, América Central y el sur de Asia, sufrirán las peores consecuencias. En estos territorios, hasta el 50 % de las tierras agrícolas podrían volverse infértiles debido a las condiciones climáticas extremas.
“El cambio climático no solo afecta la cantidad de alimentos que podemos producir, sino que también limita la diversidad de cultivos, reduciendo las opciones alimenticias disponibles y dificultando el acceso a calorías y proteínas esenciales”, explicó Heikonen.
A diferencia de estas regiones, los países de media y alta latitud, como los de Europa y América del Norte, conservarán su capacidad productiva e incluso podrían diversificar su oferta agrícola. Sin embargo, los investigadores advierten que estos cambios no serán suficientes para compensar las pérdidas en las zonas más vulnerables, lo que generará desequilibrios en la producción y distribución de alimentos a nivel mundial.
Entre los cultivos más afectados se encuentran el arroz, el maíz, el trigo, la papa y la soja, que en conjunto representan más de dos tercios de la ingesta calórica mundial. También los tubérculos tropicales, como el ñame, y diversas legumbres esenciales en la alimentación de muchas comunidades están en riesgo. Según las proyecciones del estudio, si la temperatura global supera los 3°C respecto a los niveles preindustriales, hasta el 75 % de la producción agrícola en África subsahariana podría desaparecer.
El informe también destaca las repercusiones económicas del cambio climático en la agricultura. La disminución de la producción de cultivos básicos podría generar un aumento significativo en los precios de productos esenciales como el trigo, el maíz y la soja, además de aumentar la dependencia de importaciones en los países más afectados. Esta situación incrementaría la vulnerabilidad alimentaria en distintas regiones, obligando a las poblaciones a modificar sus dietas y a buscar alternativas más accesibles.
El profesor Matti Kummu, coautor del estudio, advirtió que, aunque algunas zonas puedan beneficiarse de temperaturas más cálidas, esto no garantizará una producción estable. “El calentamiento global traerá consigo plagas desconocidas y eventos climáticos extremos que nuestros modelos actuales no contemplan”, explicó. Además, señaló que muchas regiones ya enfrentan problemas estructurales, como la falta de infraestructura, acceso limitado a tecnologías agrícolas y sistemas de riego deficientes, lo que dificultará aún más la adaptación a las nuevas condiciones climáticas.
Para mitigar los efectos del cambio climático sobre la producción de alimentos, los investigadores sugieren adoptar estrategias como el desarrollo de cultivos resistentes a la sequía, la optimización de la gestión del agua y la mejora de las prácticas agrícolas. Algunas opciones viables incluyen variedades modificadas de trigo y arroz adaptadas a condiciones más áridas, así como tubérculos y legumbres capaces de tolerar suelos con menor humedad. No obstante, los expertos advierten que estas soluciones por sí solas no garantizarán la estabilidad alimentaria y que será necesario un esfuerzo global para enfrentar esta crisis.
Ante este panorama, la cooperación internacional será fundamental para evitar un colapso en la producción de alimentos. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, invertir en investigación agrícola y desarrollar planes de adaptación para los agricultores son algunas de las medidas que los gobiernos y organismos internacionales deberían implementar con urgencia. Sin acciones concretas, grandes extensiones del planeta podrían volverse inhóspitas para la producción agrícola, lo que pondría en riesgo el suministro de alimentos a nivel global.
El estudio concluye que, si las emisiones continúan al ritmo actual, muchas zonas del mundo podrían alcanzar condiciones climáticas en las que hoy no se cultiva ningún alimento. “Si queremos garantizar el acceso a alimentos en el futuro, debemos frenar el cambio climático y adaptarnos a sus efectos”, afirmó Kummu.
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