Durante décadas, Colombia ha sido reconocida mundialmente como el país del mejor café. Su sabor suave, aroma envolvente y calidad excepcional lo han convertido en símbolo nacional, cultivado en tierras montañosas de regiones como Huila, Antioquia, Tolima, Nariño, Cauca y el Eje Cafetero. Sin embargo, en el escenario internacional, las cifras más recientes confirman que otro país de América Latina se ha quedado con el liderazgo en exportaciones: Brasil.
Según datos de Statista, en 2024 Brasil exportó café por un valor aproximado de 11.400 millones de dólares, consolidándose como el mayor exportador del mundo. La agencia Reuters agrega que este crecimiento vino acompañado de un aumento del 38 % en los sacos vendidos y un ingreso récord de 12.560 millones de dólares, cifras que superan ampliamente a las de Colombia. Este liderazgo brasileño no es casualidad: se basa en una combinación de factores como la mecanización de los cultivos, la infraestructura logística, la escala masiva de producción y una diversificación varietal que responde a diferentes mercados globales.
Colombia, aunque se mantiene como el segundo exportador de América Latina por volumen, sigue enfocado en un modelo que prioriza la calidad sobre la cantidad. Su fortaleza está en el café arábica, cultivado a mano, seleccionado grano a grano por miles de familias caficultoras, en zonas que ofrecen condiciones climáticas y de altitud únicas. Esta apuesta por lo especial más que por lo masivo le ha permitido conservar su prestigio internacional como país líder en cafés diferenciados y de origen.
La diversidad de perfiles del café colombiano es uno de sus grandes valores. En Huila se producen granos con una acidez cítrica brillante, dulzura natural y notas florales. Nariño ofrece cafés complejos con sabores a frutas rojas, chocolate y vino, gracias a su altitud extrema. Cauca se distingue por su riqueza de microclimas, que dan como resultado cafés balanceados, con matices achocolatados y cítricos. En Tolima, la dulzura de sus cafés recuerda a la miel, el cacao y las frutas amarillas, con un cuerpo redondo que lo hace muy apreciado en el mercado de especialidad. Antioquia, una de las regiones cafeteras más antiguas, produce cafés de perfil tradicional: suaves, de cuerpo medio y baja acidez. Y el Eje Cafetero, corazón cultural y productivo del café colombiano, mantiene una oferta constante, representativa del sabor clásico que ha hecho famoso al país.
Aunque hoy Brasil lidera en volumen, Colombia sigue liderando en reputación. En los mercados más exigentes, donde el origen, el perfil sensorial y la trazabilidad importan, el café colombiano continúa siendo el referente. Porque más allá de las cifras, el verdadero valor está en cada taza que representa la historia, el esfuerzo y la excelencia de quienes cultivan uno de los tesoros más preciados del país.




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