El cerdo criollo Casco de Mula, una raza única de los Llanos Orientales, fue declarado patrimonio nacional por sus singulares características y su importancia para la seguridad alimentaria y la cultura rural del país. Su conservación está en manos de Agrosavia, a través del banco de germoplasma del Centro de Investigación La Libertad, en el Meta.
Este animal recibe su nombre por la forma particular de sus cascos: a diferencia de los porcinos convencionales, no tiene dos pezuñas, sino una sola estructura redondeada similar a la de una mula. A ello se suma su piel oscura y su pelaje grueso, atributos que le confieren resistencia a las altas temperaturas, las lluvias intensas y la radiación solar de la Orinoquia.
Su rusticidad se refleja también en la sanidad. Según Agrosavia, esta raza alcanza un 90 % de resistencia frente a la fiebre aftosa, lo que la convierte en un recurso genético estratégico para zonas endémicas. Las hembras, además, se destacan por su habilidad materna: pueden parir y criar al aire libre, con hasta dos camadas por año y un promedio de 8,25 lechones por camada durante sus tres años de vida reproductiva.
El manejo sanitario es mínimo: solo requieren dos desparasitaciones gastrointestinales al año, sin necesidad de antibióticos, probióticos o suplementos adicionales. Los machos presentan buenas cualidades reproductivas, lo que permite tanto la monta natural como la inseminación artificial, fortaleciendo la preservación de la especie.

Más allá de su resistencia, el Casco de Mula ofrece una carne apreciada por los consumidores. Evaluaciones de aceptación reportan altos índices en color, aroma y sabor, lo que abre posibilidades de consolidar nichos de mercado especializados a nivel nacional e internacional.
Con estas cualidades, el cerdo criollo Casco de Mula no solo simboliza el patrimonio biológico de Colombia, sino que representa un legado cultural de los Llanos Orientales y un activo estratégico para el futuro de la porcicultura sostenible.




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