Despresando al “elefante”

Durante el gobierno de César Gaviria, se construyeron obras de infraestructura para el tratamiento de granos en varios municipios del Meta, destacándose la dedicada a servir de soporte, desde el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IDEMA), a los agricultores de la región del Ariari, pujante región productora de alimentos que la han justamente denominado como una reserva alimentaria nacional.

Desmontado el IDEMA, como en general la institucionalidad pública al servicio del agro, obedeciendo mandatos impuestos desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), y demás organismos de “ayuda” foránea, agenciados desde los EE. UU., los agricultores colombianos, reclamamos una política que nos permitiera seguir trabajando con el debido apoyo del Estado, como corresponde a las economías agrarias sobresalientes de los países desarrollados o exitosos en la búsqueda de dicho objetivo.     

Resultado de la equivocada política de desmonte institucional, la planta de silos del IDEMA en Granada, prácticamente no se estrenó y siguió allí como un “elefante blanco” más, paridos por esa fatídica política agenciada desde el alto gobierno nacional.

Regionalmente, la dirigencia política, sin excepción, se plegó a ese mandato nefasto iniciado por César Gaviria y continuado por todos los gobiernos nacionales, convirtiendo tan importante obra en objeto de la rapiña local, puesto que, desde el Ministerio de Agricultura, se acordó entregar al municipio de Granada dicha obra en comodato; se llegó así al absurdo de convertirla en un simple parqueadero, sede de la Secretaría de Movilidad municipal. Tan visible “elefante blanco” servía como escarnio a la región, puesto que a la misma entrada de la localidad se erige como una muestra del desgreño de administraciones que incluso pidieron el favor ciudadano invocando su supuesto interés por el agro regional.

Entre tanto los agricultores de ciclo corto, arroz, maíz, soya, padecían de una carencia clave para el desarrollo agrícola como son las obras de limpieza, secamiento y almacenamiento de sus productos, necesarios por la estacionalidad de las siembras y la subsiguiente concentración en la recolección de las mismas.

Culminando su mandato, el alcalde saliente de Granada, vendió por una suma irrisoria, violando normas legales, los componentes de la instalación, ante lo cual ciudadanos del municipio, decidieron oponerse a tal desafuero y bloquearon la salida de los elementos que consideraron patrimonio de la ciudadanía e impidieron que se consumara la que calificaron como un atraco contra los intereses públicos.

¿Qué viene ahora?  Fracasada la patochada del hoy exalcalde que seguramente será recordado por este y otros atropellos contra Granada, que se espera los órganos de control le hagan responder por esta felonía y otras de las que se le acusa, lo procedente es que Gobierno departamental, municipal y agricultores organizados, gestionen y aporten los recursos para revivir una obra que, el Ariari y Colombia necesitan, dentro de un propósito de alcanzar que el merecido título de despensa alimenticia nacional de esta rica región, se justifique con hechos; los discursos ya se han dicho, las obras son las que demostrarán si tanto amor corresponde a la realidad… “Obras son amores…”.

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