En cinco años, el 70% de los jóvenes en América Latina y el Caribe trabajarán en servicios públicos y empresas, alejándose de sectores como la agricultura, la manufactura y la construcción. Este cambio, revelado por un informe de la Cepal y la ONG Ayuda en Acción, alerta sobre su impacto negativo en la productividad y el aumento de la precariedad laboral.
El informe señala que 1,2 millones de jóvenes abandonarán el sector agrícola y 640.000 la manufactura en 16 países, concentrándose en actividades de menor productividad. Apenas un 8,2% de ellos seguirá vinculado al agro, mientras que el comercio y los servicios básicos absorberán la mayoría de la fuerza laboral juvenil.
La precariedad laboral es preocupante: más del 20% de los jóvenes perciben salarios por debajo de la línea de pobreza, una realidad más severa en áreas rurales, donde la informalidad es un 20% mayor que en las ciudades. Andrés Espejo, de la Cepal, señaló que la baja productividad y la falta de políticas públicas agravan la situación, limitando las oportunidades de empleo formal y de calidad.
En Colombia, la ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, destacó que la precariedad laboral rural exige medidas urgentes: “El horizonte de los jóvenes no puede ser la incertidumbre”. Por su parte, Ángela Penagos, directora de Cepal en Colombia, llamó a reconocer la importancia de la ruralidad en el desarrollo social.
Entre las soluciones propuestas están la formalización del empleo juvenil, la inversión en educación y formación, y la reducción de brechas de género. Sin estas acciones, el éxodo juvenil del agro amenaza no solo la productividad, sino también la sostenibilidad de las comunidades rurales y el futuro de toda la región.




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